PEREGRINACIÓN | TIERRA SANTA

Tel Aviv es la puerta de entrada moderna a Israel, una ciudad vibrante frente al Mediterráneo donde historia y actualidad conviven. Sus amplias playas, su energía cultural y su arquitectura contemporánea contrastan con la profundidad espiritual que espera más adelante, convirtiéndose en el punto ideal para iniciar un viaje que conecta el presente con los orígenes de la fe.

Nazaret es el lugar donde Jesús pasó su infancia y donde María recibió el anuncio del ángel. Sus calles tranquilas, la Basílica de la Anunciación y sus rincones llenos de tradición envuelven al peregrino en una atmósfera de recogimiento y emoción, recordándonos el inicio humilde de la historia que marcó al mundo.

El Mar de Galilea es uno de los escenarios más significativos del ministerio de Jesús. Sus aguas tranquilas evocan enseñanzas, milagros y momentos de cercanía con sus discípulos. Navegar o simplemente contemplar este lago sagrado permite sentir la paz y la presencia viva del Evangelio en cada detalle.

El Monte Tabor, símbolo de la Transfiguración, es un espacio de profunda espiritualidad. Desde su cima, las vistas del valle de Jezreel inspiran silencio y contemplación. Aquí se recuerda el momento en que Jesús reveló su gloria divina a sus discípulos, un encuentro que invita al peregrino a renovar su fe y fortaleza interior.

Belén, la ciudad donde nació Jesús, es un destino que conmueve por su sencillez y significado. La Basílica de la Natividad y la gruta donde se recuerda su nacimiento invitan a vivir una experiencia de humildad, esperanza y amor. Caminar por sus calles es entrar al comienzo de la luz que transformó la historia.

El Monte de los Olivos es un lugar cargado de historia, profecía y espiritualidad. Desde aquí Jesús oró, enseñó y contempló Jerusalén, dejando huellas profundas en la tradición cristiana. Sus olivares antiguos y su vista panorámica permiten al peregrino revivir momentos esenciales de la Pasión y conectar con el corazón de la ciudad santa.